Joan Manuel Serrat |
El niño yuntero |
Carne de yugo, ha nacido más humillado que bello, con el cuello perseguido por el yugo para el cuello. Nace, como la herramienta a los golpes destinado, de una tierra descontenta y un insatisfecho arado. Entre estiércol puro y vivo de vacas, trae a la vida un alma color de olivo vieja y ya encallecida. Empieza a vivir, y empieza a morir de punta a punta, levantando la corteza de su madre con la yunta. Empieza a sentir, y siente la vida como una guerra, y a dar fatigosamente en los huesos de la tierra. Contar sus años no sabe y ya sabe que el sudor es una corona grave de sal para el labrador. Trabaja y mientras trabaja masculinamente serio, se unge de lluvias y se alhaja de carne de cementerio. A fuerza de golpes, fuerte, y a fuerza de sol, bruñido, con una ambición de muerte despedaza un pan reñido. |
Miguel Hernández |